El prop�sito del presente trabajo es explorar c�mo ha evolucionado la construcci�n de la alteridad desde los primeros encuentros entre los navegantes europeos del siglo XVI con indios fueguinos hasta las narraciones etnogr�ficas escritas por Martin Guinde a comienzos del siglo XX sobre los Selk'nam y qu� factores han influido en este proceso.La metodolog�a planteada ha sido la lectura cr�tica de la bibliograf�a, a partir del an�lisis diacr�nico de la narrativa usada para describir a los habitantes de la Patagonia, y el an�lisis comparativo de las im�genes que representaban a los ind�genas, desde un enfoque de antropolog�a visual.Si bien es cierto que el trabajo etnogr�fico de Martin Gusinde es mucho m�s amplio, ya que comprende desde estudios de pueblos de �frica, el Pac�fico hasta otras culturas fueguinas como Y�manas y Alacalufes, he preferido "aplicar el bistur�"� para centrarme y acotar el an�lisis con los estudios de Gusinde sobre los Onas - Selk'nam.2.Contexto hist�rico del encuentro entre dos mundosDesde que Hernando de Magallanes atraves� el Estrecho que hoy lleva su nombre, los navegantes que lo recorrieron en siglos posteriores, coinciden en sus percepciones sobre los habitantes de aquellas lejanas costas: impresionados por sus condiciones de vida en un entorno tan adverso, no dudaban en calificarlos con los adjetivos m�s duros, a pesar de que su relaci�n con ellos consist�a, en la mayor�a de los casos, en observarlos superficialmente desde sus nav�os.Sin embargo, antes de profundizar en las descripciones es necesario tener presente el imaginario m�gico-cultural que tra�an en sus mentes los navegantes europeos para comprender su cosmovisi�n y sus referentes.
El pensamiento europeo occidental de la �poca estaba influido por el peso de la herencia cristiana medieval, a la que se a�ad�a la incipiente sensibilidad renacentista que se extend�a por toda Europa gracias a la imprenta; por tanto, desde los libros de caballer�as, hasta la Biblia, pasando por los manuscritos de Marco Polo y el Imago Mundi de d'Aillly, nutr�an la imaginaci�n de navegantes. El hallazgo del Nuevo Mundo quiebra la mentalidad de la �poca, de tal modo que las sociedades europeas asumen ese descubrimiento a partir de los conocimientos y las fantas�as que dominaban la cosmovisi�n europea post-medieval.Los navegantes y viajeros hab�an asumido una geograf�a fant�stica como una forma mental no cuestionada, como una posibilidad real. Desde la �poca cl�sica, ge�grafos como Plinio hablaron de reinos encantados e islas m�gicas.
En los mapas de la �poca eran comunes la inclusi�n de monstruos marinos y seres fant�sticos en las regiones ignotas. As�, era frecuente encontrar Amazonas en Asia, Atlantes en �frica, Grifos en la India. Mandeville, en el Libro de las Maravillas del Mundo describe todo un bestiario con pigmeos de tres palmos, gigantes cicl�peos, hombres de seis brazos..
.Cart�grafos, cosm�grafos, marineros, soldados y autoridades se dejaron arrastrar por la presencia de innumerables mitos en un proceso l�gico para la �poca. La ignorancia y la b�squeda de fortunas, llev� a muchos exploradores a conceder m�s cr�dito a lo que deseaban o esperaban encontrar que a la realidad, llevando a falsas creencias que se mantuvieron durante siglos. Las leyendas y los estereotipos m�gicos eran necesarios para dar coherencia a los encuentros con realidades desconocidas hasta el momento, tales como la existencia de otros pueblos.
Aparece aqu� la idea de la eficiencia del mito, pues estos mitos perdurar�an mientras sirvieran para explicar las nuevas realidades que enfrentaban los europeos.3. �Por qu� Gigantes?Durante tres siglos, en Europa se vivi� con la certeza de que en alguna rec�ndita regi�n de Am�rica exist�a una naci�n de Gigantes: La Patagonia. �C�mo fue posible que a pesar de que la realidad y las exploraciones continuamente negaran la existencia de aquellas leyendas, se mantuvieran latentes hasta finales del siglo XVIII?La figura del Gigante aparece en los mitos cl�sicos de los Titanes nacidos de Urano y Gea. Uno de ellos, el gigante Atlas es castigado a llevar el peso de la tierra sobre sus hombros. Tambi�n se hace menci�n a gigantes en la Biblia en los libros del G�nesis, Sabidur�a, N�meros, y Deuteronomio.
Asimismo, hallazgos de huesos fosilizados de animales prehist�ricos en una �poca donde se desconoc�a la paleontolog�a van nutriendo las creencias de que una vez la Tierra fue poblada por gigantes.Contrast�ndolo objetivamente con la realidad, la diferencia se fundamenta en la exageraci�n de la diferencia de estatura entre Europeos y Patagones. La media Europea en el siglo XVI se b�a situar entre los 1.50 y 1,60 metos, mientras que la de los Patagones sobrepasaba los 1,75 metros. Por lo tanto deb�an medir 20 o 30 cm m�s que un europeo.�Por qu� "Patagones"?Despu�s del encuentro con los fueguinos, Magallanes decide llamaros con el nombre de "Patagones".
Seg�n Magasich y De Beer (2001), es poco probable que este nombre provenga - como aun se cree - de sus grandes pies calzados de cuero de guanaco, ya que la relaci�n "patag�n"-"patas" no tiene explicaci�n gramatical convincente ni en castellano ni en portugu�s, lengua materna de Magallanes. Parece m�s acertada la idea de que el origen de este nombre proviene de un personaje del romance de caballer�a Primale�n, muy en boga a comienzos del siglo XVI, en cuyo texto aparece un personaje llamado "El Gran Patag�n", un engendro monstruoso e inteligente con cabeza de perro, pies de ciervo, con grandes dientes que corre a gran velocidad y emite feroces rugidos.A continuaci�n se muestra una tabla en la que figura un listado de descripciones de los ind�genas fueguinos ordenados cronol�gicamente.A�oAutorObservaciones y estaturas1519Antonio Pigaffeta"Un hombre de gigantesca estatura, desnudo, bailaba, cantaba y vert�a polvo sobre su cabeza. Era tan alto que no le pas�bamos la cintura.
Ten�a las facciones grandes, pintadas de rojo, y alrededor de los ojos, de amarillo, con un coraz�n trazado en el centro de cada mejilla. Vest�a piel de animal, cosida sutilmente en las juntas. (..
.) Ellas no eran altas, pero s� mucho m�s gordas. Cuando las vimos de cerca, nos quedamos at�nitos. Tienen las tetas largas hasta la mitad del brazo.
Van pintadas y desvestidas como sus maridos, si no es que ante el sexo llevan un pellej�n que lo cubre".